CINE: LAZZARO FELIZ de Alice Rohrwacher

Italia 2018
Adriano Tardiolo. Alba Rohrwacher. Agnese Graziani. Luca Chikovani. Sergi López. Natalino Balasso. Tommaso Ragno. Nicoletta Braschi. Leonardo Nigro.

Lazzaro es bueno, además de feliz, o por eso es feliz. Porque es bueno y no ve el mal a su alrededor.
Trabaja en una hacienda, sin saber quienes son sus padres, formando parte de un grupo de campesinos casi en régimen de esclavitud.
Hace lo que le ordenan sin sentirse maltratado y consigue creerse una amistad en una distancia social infranqueable.
El entorno es de un clasicismo añejo, sazonado con ligeros toques incompresibles y preciosos que nos preparan para lo que va a venir.
En un momento dado, de forma inesperada, se produce una bisagra. Se pliega el tiempo. Surge con una naturalidad absoluta lo imposible, y es tal la serenidad con que se pone en imágenes, que a nosotros no nos cuesta nada aceptarlo.
Y, por resumir y no entrar en detalles, por dejar la sorpresa que es el lugar donde se extiende Lazzaro Feliz, aquí se inicia un muy hermoso camino hacia el milagro, una preciosa llamada a reflexionar, a pensar, a ver el mundo con otros ojos, pero a verlo al fin y al cabo.
Rohrwacher, fantástica directora y excelente actriz, sensibilidad e inteligencia, recuerda sin duda otras propuestas como Rompiendo las olas u Ordet. Pero sobre todo, es el neorealismo italiano, lo que pareces su pariente más cercano.
Sin duda es una película religiosa. Lazzaro es lo más a un santo en el mundo contemporáneo, a un espíritu puro- Podría considerársele una especie de ángel, regalado al mundo, para compartir su felicidad. Pero también un loco, un demente o un retrasado. Inocente, sobre todo un inocente en el sentido más dañino de la palabra, aquel que no hace el mal sólo porque no lo conoce, sin otro mérito que su ignorancia. No olvidemos que la novela de un hombre bueno que escribió Dostievski se titulaba El Idiota.
En consonancia con el neorrealismo italiano antes citado, esta visión cristiana está muy cercana al marxismo en su apreciación de la injusticia social y la opresión, a todas las escalas, de los más fuertes hacia los más débiles. Es un cristianismo proletario. que nos hace reconocer donde están hoy día los desheredados que vino a abrazar Jesucristo y cual es nuestra reacción ante ellos. Es difícil no sentirse algo avergonzado.
Creo recordar esta sensación, aunque más amarga, en algunas de las películas de Pasolini. Debemos de reflexionar, no ya sólo sobre todas aquellas cosas que la película pone encima de la mesa, sino sobre el hecho de que lo que en su día fue un mensaje necesario, pueda volver a estar ahora de actualidad.
Eso nos coloca en un lugar impreciso, al que estoy seguro de que la humanidad no imaginaba que debería volver. Pero donde lamentablemente, estamos de nuevo.
Se plantean muchos de los comentarios de Lazzaro Feliz colocándolo ( en esa costumbre de etiquetar), como un cuento fantástico. A mi me gusta más pensar que es un cuento libre, una obra en la que la genialidad está a nuestra merced siempre que seamos tan libres como lo es su directora. Y también que tengamos la valentía de no cerrar los ojos ante diferentes injusticias que, de forma brutal, invaden nuestro entorno cotidiano. Y también... que sea capaz de asumir la esperanza, aceptando la responsabilidad de utilizar la felicidad como arma de resistencia.
Lazzaro Feliz es una obra hermosa, singular, anacrónica, valiente y única.
Salgo de la sala enamorado de esta propuesta y dispuesto a compartir esa manera de pensar.
Hay cine que, aunque no sepas como, te afecta y deja poso.
Es cine importante.
Es la mirada de Lazzaro.
Es cambiar la nuestra.
Y llenarla, empaparla de ternura como hace su creadora. Será un paso hacia un mundo mejor. Que grande pensar que ha sido una película la que nos ha puesto en el camino.

Público

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