Editorial Anagrama
296 páginas
También disponible en ebook
Precisamente en relación con este libro, retomaba una
conversación que he tenido con amigos y conocidos en muchas ocasiones:
¿Termino siempre todos los libros que empiezo?
Pues sí. No recuerdo la última vez que abandone una obra sin
concluirla. Puede ser respeto a quien es capaz de escribir una novela, puede
ser disciplina o simplemente curiosidad. Pienso que cuando alguien ha confiado
en un libro con el objetivo de editarlo, sin duda es porque ha encontrado en él
valores que yo también debo intentar descubrir.
Pero hay algunos que se resisten.
Con esta introducción, es fácil adivinar mis sentimientos
sobre Memorias de una osa polar. Y no es que la obra tenga nada malo o
incorrecto, es que todavía no he entendido su sentido.
Está dividido en tres partes que tienen en común el hecho de
que sus protagonistas, tres osos/ osas, pertenezcan a una misma saga, pero ni
el tono ni el aparente objetivo ni la narrativa, tienen nada que ver.
El primero, una especie de cuento donde los animales tienen
voz y, en concreto la osa, está perfectamente integrada en nuestra sociedad.
Por un lado, es pedir demasiado al lector. El segundo, el que por momentos
llega a interesarme más, tiene referencias socio políticas desde una
perspectiva hasta ahora desconocida, un circo, La última es una especie de
alarde de defensa del medio ambiente y la biodiversidad, también de la
mercantilización de la naturaleza, creo.
Repito, no hay nada negativo, está bien escrito. Sin duda es
original. Pero no me puede interesar menos. Pues no. Esta vez no he dado con
los valores que alguien le encontró. Una pena.
Público
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