NOVELA: REPÚBLICA LUMINOSA de Andrés Barba

Anagrama
200 páginas
También disponible en ebook
Premio Herralde de Novela

Concluyo la lectura de esta breve novela, que devoro en dos días, fascinado y sobrecogido.
No son muchas sus páginas y sí inmenso el caudal de sentimientos que maneja, la cantidad de sugerencias, de pensamientos intuidos que aparecen como hilos de los que nosotros decidimos si queremos tirar, si nos atrevemos, si tenemos valor para asumir la extrañeza.
Porque en República Luminosa, entre otras cosas, Andrés Barba nos invita a mirar con otros ojos cualquier certeza, incluso nuestro interior.
Y también, por supuesto, a navegar entre géneros, sorprendiéndonos en cada recodo del camino.
La infancia es, según muchos, la verdadera patria de cada uno, esa Itaca a la que regresar o la época que nos erosión hasta hacernos lo que luego seremos. Siempre la hemos teñido de inocencia, de ingenuidad, muchas veces en el límite de la estupidez.
Por eso, y el cine lo ha utilizado en muchas ocasiones, cuando se convierte en algo oscuro, produce verdadero terror, por el feroz contraste y un desconcierto que impide la defensa.
Hacia el cuento de terror parece deslizarse esta República Luminosa, un terror hipnótico y lleno de misterio y que implica todo lo que lo rodea. Pronto, sin soltar el desasosiego, podremos agradecer a su autor la inmersión en una extraña poesía.
La obra habla de los niños perdidos, pero también de los adultos que han olvidado su propia infancia.
Habla de otras cosas como la realidad de nunca conocer a los demás, del misterio que esconde cada ser humano, del extraño amor que puede surgir en cualquier momento, y del miedo, individual y colectivo.
La hermosa y precisa prosa del autor se decide por una creación densa en la que se dibujan a la perfección las líneas narrativas, en una geografía coral donde los personajes están perfectamente definidos y un paisaje que enmarca perfectamente los sucesos entre los pecados de los adultos en apariencia civilizados. Es esto último lo que le otorga también su nivel de crónica de la injusticia, otro punto de reflexión.
Pero lo que más me gusta, y es mucho lo que me gusta, es el descubrimiento que hace el narrador y que nosotros hacemos con él, ese nacimiento de una nueva sociedad, una nueva dimensión, con sus milagros, siempre fruto de la grandeza que esconden los seres humanos, y su posible condena a contaminarse, aunque esto venga sólo anunciado en una palabra en la pared.
Es alguien que nos lo cuenta, que nos narra aquel trágico episodio del que fue parte porque posiblemente nunca pueda olvidarlo.
Tampoco será fácil olvidar la lectura de República Luminosa.

Público

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