CINE: EL HILO INVISIBLE de Paul Thomas Anderson

USA 2017
Daniel Day Lewis. Vicky Krieps. Lesley Manville. Richard Graham. Bern Collaco. Jane Perry. Camilla Rutherford. Pip Phillips. Dave Simon. Ingrid Sophie Schram. Gina Mcknee

Recuerdo hace unos años una conversación con una amiga mía sobre si el análisis válido de una película es el que hacemos inmediatamente después de verla o el que puede surgir tras reflexiones posteriores.
Creo que es importante, para que la valoración sea personal ( mi defensa habitual de lo subjetivo ), lo inmediato, pero no es único, las grandes obras permanecen y van desarrollándose interiormente mucho tiempo después. No sólo eso, sino que algunas, requieren para su comprensión una actitud activa y posterior.
Me gustan esas obras. No por eso debemos renunciar al mero entretenimiento. Pero me gusta establecer un diálogo con el autor.
El Hilo Invisible es una de esas obras, sin duda.
Es difícil no tener una opinión durante su desarrollo pero sobre todo, es difícil no reaccionar con desconcierto y la necesidad de reflexión ante su final, sorprendente final.
Paul Thomas Anderson, es un director capaz de grandes obras, en tamaño y categoría, piezas ambiciosas y sobre todo muy personales, que nunca dejan indiferente. Para mi uno de lo actuales genios del séptimo arte.
En El Hilo Invisible, hasta llegar a ese final, citado, ya nos lleva a navegar por una historia compleja disfrazada:
El protagonista principal es un modista de éxito en la capital inglesa. Un creador, sin duda atormentado al que sostiene la fidelidad de su hermana. Su encuentro con una nueva musa, posíblemente con una estructura interior igual de compleja, abrirá la puerta a la posibilidad de desestabilizar la tan aparentemente sólida estructura.
Cuando digo que la narrativa de la película, la forma de mostrarla, está disfrazada, me refiero a dos aspectos.
El primero, el de contenido/ referencias. Está claro que Hitchcock aparece como mentor en muchas escenas y códigos de El Hilo Invisible. Tanto estéticas como psicológicas. Y sin embargo, a medida que se desarrolla la trama, lo importante es que todo se pervierte, se transmutan las referencias y nos sorprenden giros no previstos. No quiero avanzar sobre este punto porque caería en el spoiler. De todos modos, el director consigue, como lo conseguía antes el genio del suspense, que una tensión más incómoda por desconocida, habite las escenas cotidianas en principio más comunes y menos amenazantes.
El segundo disfraz es el de la ligereza.
Con lentitud y meticulosidad, con una precisión visual al detalle y una dirección artística sobria y perfecta, la cinta va fluyendo con serenidad, sin desajustes, en un constante equilibrio donde no existen los exabruptos. Parece fácil crearla y parece fácil percibirla. Y sin embargo, no puedo explicar muy bien las razones, tengo la constante sensación de que durante estas dos horas hay una corriente subterranea que recorre todo lo que está aparentemente ocurriendo en pantalla y que remite a la generación de tensión que citaba en el párrafo anterior.
El final, ese final del que antes ya he hablado y sobre el que no quiero dar ninguna pista, nos demuestra que así era y viene para decirnos que tenemos que hacer una relectura de lo que acabamos de ver. A raíz de ese final, y posiblemente esta sea una de las opciones más arriesgadas que hemos visto últimamente en una película, todo lo que creíamos haber comprendido, cobra una dimensión diferente.
El contraste es más brutal, más inesperado, por el clasicismo de la factura, que parece derrepente roto.
De nosotros depende, y exige esto una actitud decisiva por nuestra parte, aceptarlo e intentar encajar de nuevo las piezas, buscando una riqueza imprevista, o sentirnos engañados. Personalmente no puedo negar el desconcierto que me produjo pero me quedo con la primera opción.
El Hilo Invisible es un regalo complejo que podemos abrir o no, y que una vez que lo hacemos nos permitirá múltiples interpretaciones, desde la historia de amor a la metáfora.
Pero también podemos quedarnos en la superficie, y entonces tendremos una película bellísima, elegante, hermosa, con una banda sonora a disfrutar con los ojos cerrados y un empaque visual para disfrutar con los ojos muy abiertos. Eso en el peor de los casos, y ya es mucho.

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