CINE: WONDER WHEEL de Woody Allen

USA 2017
Kate Winslet. James Belushi. Justin Timnerlake. Juno Temple

La última escena de esta nueva entrega anual de Allen podría perfectamente corresponder a una pieza de teatro americano de la época de Eugene O'Neill o incluso Tenesse Williams.
Las películas de este director son frecuentemente unidades independientes que funcionan como homenajes a distintos creadores y estilos de la cultura internacional, fundamentalmente, aunque no sólo, cinematográficas. La inspiración se pasa por su dedo ligero, capaz de otorgar levedad aparente a cualquier historia.
Así, podemos encontrar en su catálogo por supuesto a Bergman, también a Fellini, los clásicos griegos y el cine musical, el falso documental, el neorealismo alemán, el jazz.....
En Blue Jazmine ya se había acercado a los personajes femeninos atormentados que tienen su zenit en la Blanche Dubois de Un tranvía llamado deseo,
Ahora la inmersión es total.
En un paisaje colorista, retratado con la maravillosa fotografía de Storato cargada de colores saturados y con una plástica que le permite mutar en diferentes momentos de la narración, es donde Allen sitúa esta vez su historia. Es Coney Island, posiblemente un lugar donde la artificialidad del parque de atracciones y la naturaleza devastada en una masificada playa, son el refugio de un desencanto interior, de una sociedad perdida que pretende autoengañarse con el falso brillo.
Allí, lo que parece comenzar como una comedia y avanzar en un melodrama clásico, de raíz en películas como las de Douglas Sirk, pero en su tramo final, estamos en esas tragedias sordas de los dramaturgos ya citados, donde lo más duro es lo que nunca llega a estallar, y que siempre se acompaña del extrañamiento de personajes que parecen pertenecer a otra dimensión, en este caso el niño pirómano.
Antes hablaba de Blue Jazmine. Aquí, de nuevo, hay una mujer que intenta escapar de una vida real hacia sus sueños, o eso es lo que cree, porque posiblemente necesitaría escaparse de si misma, condenada o necesitada del drama, epidérmica. La única deriva posible es la locura que parece rozar en los últimos minutos.
Kate Winslet hace suyo el personaje con una interpretación grande y compleja. Es cierto, y no extrañará dado lo que he escrito antes, que Wonder Wheel es una película muy teatral, incluso trufada de casi monólogos a cámara; para afrontar un proyecto así hacen falta actores muy capaces. Todos lo son y una vez más Allen saca de ellos o mejor. Pero sería injusto que Winslet no estuviese nominada a los principales premios del país. A su alrededor bascula todo, ella es el eje de esta rueda maravillosa.
Woody Allen sigue fiel a su compromiso de entrega anual.
Posiblemente sea cierto que ha perdido un poquito de fuerza: ahora no nos regala una obra maestra tras otra. Sólo muy buenas películas.
Wonder Wheel lo es. Una historia que huele a siempre. Hermosa por dentro y por fuera.

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