CINE: LA VIDA Y NADA MAS de Antonio Méndez Esparza

España/ USA 2017
Regina Williams. Andrew Bleechington. Robert Williams.

Me encanta esta película.
Declaración inicial, personal, sin dudas.
Y comenzamos:
Sin duda, el titular es la sorpresa que produce que el director y guionista de una cinta tan identificable dentro del cine independiente americano, sea español.
Anclada en un barrio marginal de Florida, retrata un tiempo en la vida de una mujer negra, madre soltera, camarera de un fast food, y de su hijo de catorce años, un muchacho conflictivo de buen corazón.
Es reconocible el paisaje, pero siempre lo habíamos visto desde una mirada autóctona. Lo más llamativo de la mirada del extranjero es que tiene la misma sinceridad.
Pero una vez ubicada, película y autor, pasamos a disfrutarla de forma autónoma, sin coartadas. Porque no le hacen falta.
La vida y nada más es una película excelente.
Pero, lo repito, una película excelente que a mi, personalmente me encanta.
Siempre que se habla de mera observación, se referencia a Chejov. Posiblemente fue el primer autor en comprender que no hacían falta dramatismos, que con observar la vida era más que suficiente para apasionarnos, que las tormentas interiores eran mucho más dramáticas que muchas batallas. Seguramente remitir tanto a él es una generalización que amalgama extraños compañeros de viaje.
En cualquier caso. Méndez Esparza sería uno de los aprendices aventajados en esta forma de contar. Aquí lo importante son los personajes. Esos seres humanos que se hacen reales y a los que se nos permite acercarnos.
La odisea está en su interior, y lo que ocurre es la vida, nada más.
Pero lo que más me impresiona en este caso, lo que me roba el alma y hace que me sienta tan unido a esta cinta, es su transparencia, ese tono de verdad, esa naturalidad tan difícil y que parece tan sencilla, tan limpia.
Tiene mucho que ver una escritura certera y precisa, capaz de caminar entre pequeñas acciones generando un todo, también el amor que sin duda pone el autor en sus protagonistas lo que nos hace también amarlos a nosotros y sentir hacia ellos una infinita ternura, y por supuesto la caligrafía: podría parecer que el director se limita a "mirar" pero ese es algo muy difícil, es el quien guía sin ninguna voluntad de estilo que perjudique a la historia, nuestra mirada. Su realización es un acto de generosidad con nosotros, también de humildad y de coherencia, poniendo su obra por encima de cualquier otra pretensión. Su caligrafía es sutil, se muestra en las distancias elegidas y en los primeros planos pero sobre todo en la valentía de las pausas y en los silencios, dando la sensación de que se dibuja con el corazón.
Cuando hablamos bien sea de libros, bien de películas, teatro etc todos tendemos a calificar. Ya he escrito en otras ocasiones que creo que cualquier calificación es subjetiva. No sé lo que es una obra maestra, pienso que siempre es necesaria la perspectiva del tiempo. Para mi lo es aquella que me llega, que siento cercana, que me emociona, que me interesa. La vida y nada más es eso para mi, la siento propia.
Respiro el aire que corre entre sus fotogramas, esa posibilidad de participar, de completar, de sentirme parte y no atrapado como me ha ocurrido a veces en cintas, posiblemente más perfectas pero también más soberbias ( y por ello posiblemente menos inteligentes ).
Y por supuesto, no puedo terminar sin mencionar a Regina Williams, esta actriz debutante que puede sostener por si sola esta y cien historias.
Ya he dicho, lo sabemos, que no parece una película española sino netamente americana. Espero que esto no confunda a muchos. Quiero decir con esto que, aunque es obvio por ubicación que Méndez Esparza no debe de pertenecer a ninguno de los lobbies de la industria, espero que tenga el reconocimiento merecido en los premios de nuestro cine, como ya lo ha tenido en los Independent Spirit Awards.
Se merece eso y más. Mucho más.

Público

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