CINE: THE SQUARE de Ruben Ostlund

Suecia 2017
Claes Bang. Elizabeth Moss. Dominic West. Tery Notary. Christopher Laesso. Marina Schiptjenko. Elijandro Edouard. Daniel Hallberg. Martin Sooder. Linda Anborg. Emelie Beckius. Peter Diaz. Sarah Giercksky. Jan Lindwall.
Palma de Oro Festival de Cannes.

Había pensado esperar.
Posiblemente todavía tenga mucho que pensar sobre esta obra para finalmente creer que he atrapado The Square, que la he hecho mía, como ocurre con aquellas piezas que posibilitan un diálogo particular entre creador y espectador y que se convierten en experiencias íntimas, posiblemente intransmisibles.
The Square ha abierto esa línea.
Desde la lejanía de su inicio, en el que me cuesta entrar, encontrar una puerta. Posiblemente hasta que no me queda más remedio que asistir.
Enganchado poco a poco en lo difuso de la trama, las tramas, sabiendo que no son más que pinzas de las que colgar el gran lienzo que quiere dibujar su director.
Fascinado y divertido por sus gélidas imágenes, perfectamente encuadradas en una mirada muy inteligente y siempre habitadas por un punto de extrañamiento, esté este representado por un bebe o por un pequeño orangután.
Atrapado por el conjunto. Por este compendio de cine e instalación, de ensayo y novela, de crítica y de comedia, de complacencia y de rabia.
Y entonces me doy cuenta de que posiblemente lo que se me pide es que piense, que lo haga con todos los materiales que con generosidad pero también cierta violencia, se me están entregando. Que piense con la mente abierta, sin prejuicios y, sobre todo, sin pretender ser políticamente correcto porque la vida no lo es.
Hay muchos apuntes pero sobre todo, dos temas a tratar:
Por un lado el arte contemporáneo. Su posición en el mundo actual, sus obligaciones si estas existen, y también su definición, lo que verdaderamente puede considerarse como tal. No podemos olvidar que The Square nace de una instalación creada tres años antes por el propio Ostlund en compañía de otra artista. Dentro de este capítulo, queda también abierta la difusión sobre la libertad de expresión, y esto enlaza con el bloque siguiente.
Porque The Square habla también, sobre todo, de Europa. De este continente viejo y de su nivel de injusticia, de un lugar donde incluso se ha franquiciado la postura de los mendigos. Donde el altruismo es sólo un adjetivo y donde nos atrevemos a crear obras de arte que reclaman la bondad. Es aquí, en esta violencia continua, donde debemos de plantearnos si lo importante es lo que se expresa y no lo que ocurre. Posiblemente ese sea el referente de una Europa hipócrita y extraña, que ha perdido totalmente el aroma de la ciudadanía.
Todo esto se estructura alrededor de un personaje central, el director artístico de un museo, que representa los vicios del hombre contemporáneo, como también su imposibilidad para alcanzar la felicidad. La mirada de sus hijas tampoco arroja una esperanza mayor.
The Square transcurre durante dos densas horas y media, pero lo hace con una agilidad absoluta, que hace que en ningún momento me pesen sus imágenes.
Como ya he dicho, salgo con la seguridad de que regresaré muchas veces.
Leo críticas que la acusan de no dejar respirar, de ser radicalmente artificial, de agresividad, de excesos intelectuales y pretenciosidad.
No veo nada de eso.
Sí la complicidad con el espectador que quiera.
No sé si es una obra maestra. No lo es en el sentido tradicional, es imperfecta pero tengo la sensación de que también es grande, importante.
Pensaba darme tiempo para pensar y me he lanzado.
Quizás....
Cuando sea mía.
......
Regreso. dije que regresaría. Sigo pensando en ella. En que posiblemente la crítica al arte contemporáneo sólo exista como metáfora de esa sociedad que necesita crear un simulacro de realidad suficientemente avalada, quizás escondida bajo la definición de arte y un modo de vida epidérmico y "comprometido" con algo tan imposible de negar como la cultura, para cubrir, como un velo, la realidad que subyace debajo de esas vidas tan atractivas, la verdad, el mundo en definitiva.

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