CINE: NO SE DECIR ADIOS de Lino Escalera

España 2017
Nathalie Poza. Juan Diego. Lola Dueñas

Tenía muchas ganas de ver esta película.
No pude hacerlo en cines donde duró diez minutos, a pesar de su paso con éxito por el Festival de Málaga.
Ahora Iberia la ha incluido en su programación del mes de noviembre. No creo que seamos muchos los que elijamos volar con esta deprimente historia, pero es otra oportunidad, de agradecer a quien se ocupa de programar el entretenimiento a bordo.
Es cine familiar, drama. Dos hermanas que viven alejadas y un padre con una enfermedad terminal a quien vemos decaer poco a poco. No esperen catarsis, no va por ahí. Tampoco grandes emociones. No  se decir adiós se limita a atrapar en el tiempo estos retazos de vida de unos personajes sin pasado ni futuro, con una realización meticulosa y prudente, en esencia simple en la que sólo sorprenden sus abruptos fundidos en negro. Es un cine de la verdad que no se disfraza de hiperrealismo.
Más que correcta, No se decir adiós no es una gran historia, sin embargo hay algo que la convierte en un cine a recomendar: su interpretación. Superlativa.
Nathalie Poza es una actriz a la que ya conocía de cine y teatro y siempre bien. Creo que tiene una de las mejores caligrafías vocales que conozco. Aquí hace suyo un personaje que podría fácilmente caer en el exceso. Pero en sus manos, esta mujer perdida y llena de amor y dolor, concentra en un sólo gesto o en una mirada toda la rabia y la desolación que cabe en un alma sin grandeza, en un ser humano vulgar que necesitaría ser grande. Está impresionante.
De  Juan Diego hay poco que contar, sólo que aquí no se parece a Juan Diego. Un actor a menudo brusco, llena de matices su proceso de extrañamiento, de lejanía con el mundo que le rodea. Magnífico.
Lola Dueñas tiene el personaje menos agradecido y consigue con muy poco, darle una entidad total, demostrar que no hay personajes secundarios sino actores grandes.
El resto del elenco, en papeles menores, parece contagiarse de esta maestría. Nadie desentona.
Supongo que podría escribir sobre que No se decir adiós habla de la familia como estructura imperfecta pero necesaria, de la fuerza de amar que será siempre lo que nos salve y nos haga trascender nuestra mediocridad, del paso del tiempo y su mochila de frustraciones.... en definitiva, de lo que podemos percibir sólo con mirar a nuestro alrededor.
He preferido hablar de ellos, de estos tres. Espero que se acuerden de ellos en los Goya de este año y que eso le de otra oportunidad a la cinta. Lo merecen, lo merece.

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