RELATOS: GEORGE ORWELL FUE AMIGO MIO de Adam Johnson

Seix Barral
312 páginas
También disponible en ebook

Hace unos años el Premio Pulitzer de novela calló en El Huérfano, una narración sorprendente tanto en contenido como en forma.
La historia tenía lugar en Corea del Norte, hablaba del país como de un infierno kafkiano donde citar la vulneración de los derechos humanos puede resultar anacrónico ya que lo que allí ocurre alcanza otra dimensión. La anulación no ya de la libertad sino del uso de la razón, es algo difícil de comprender para el resto de la humanidad.
Crear un protagonista que pasa de la brutalidad y la ignorancia a la cima, en un trayecto no exento de picaresca, precisa de grandes dotes de fabulador para que todo lo que se cuenta no suene a falso, al ser creado desde la distancia y no desde una inmersión local. Se consigue con creces.
Y en lo que se refiere al estilo, la recuerdo como una especie de aguafuerte en colores chillones, que exigía cierto esfuerzo para entrar pero producía un efecto cercano a la borrachera.
Vuelve ahora con una colección de cuentos.
Yo esperaba algo parecido a lo anterior.
Pues no. Salvo el hecho de que la última pieza la protagonicen dos disidentes de Corea del Norte en sus primeros tiempos en Corea del Sur.
Hay dos aspectos a destacar en esta colección:
En primer lugar la pluralidad temática. Hay una historia de amor futurista, un antiguo funcionario de prisiones en la Alemania del Este que tiene que aceptar el nuevo mundo que ha aparecido tras la caída del muro, un especialista en ordenadores con problemas de abusos a menores, el fantasma de una mujer fallecida de cáncer, los coreanos citados anteriormente y un camionero que debe de decidir cual será su futuro y el de su hijo e pocos meses. Seis paisajes interiores  exteriores totalmente diferentes. Y sí, tengo que reconocer que acabo de encontrar un lugar común con El Huérfano: todos huelen a verdad.
Pero el segundo aspecto es el que más me importa y también el que más me va a costar explicar. Se refiere a la solidez  narrativa. No sé si el andamiaje, la claridad y la precisión de la prosa, la densidad de las tramas y los personajes.... Lo cierto es que hacía mucho que alguien no me recordaba tanto a los clásicos norteamericanos, y estoy refiriéndome a autores de la categoría de Steinbeck o de Faulkner.
El resultado es una colección de relatos ( me gusta llamarles cuentos, como a los clowns payasos ) en los que cada uno de ellos se podría leer independientemente alcanzando la categoría de una novela, ya que nunca se centra en la anécdota sino que da siempre una perspectiva global que abarca gran parte de la vida.
Lo dicho, Adam Johnson y su anterior éxito no fueron fruto de la suerte o de la alquimia. Tampoco es ya una promesa. Mucho más. Uno de los grandes, en breve.

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