CINE: Z, LA CIUDAD PERDIDA de James Gray

USA 2017
Charlie Hunnam. Robert Pattinson. Sienna Miller. Tom Holland. Angus Macfayden

Yo soy de Sesión de Tarde y de Sábado Cine.
También de La Isla del Tesoro.
Sí, muy modernos todos y con ganas de experimentar.
Pero donde esté una de esas historias que te hacen vivir en ellas durante los horas, que te generan esa emoción de compartir con los protagonistas su epopeya, que se quite lo demás.
Gray es algo tan extraño hoy día como un clásico.
No digo que otros compañeros de generación como Fincher o Nolan no se dediquen con solvencia y sin experimentos al sano oficio de contarnos historias, pero ninguno de ellos tiñe su cine con esa pátina de clasicismo que parece acompañar todos los fotogramas de este director.
Es evocador.
Como profundamente evocadora es la imagen que, acompañando al título, abre la cinta. Esos indígenas en la sombra de una fogata, algo que puede ser tanto un sueño como un recuerdo, que está lejos aun de lo que viene a continuación, pero que será sin embargo, el destino.
En la época digital, la única forma de recrear aquellas sensaciones de antaño y transmitírnoslas es volver a los orígenes, a esos rodajes reales, gracias a lo cual, Gray consigue hacernos compartir de una forma casi física la experiencia de sus protagonistas.
Un joven militar, ansioso de reconocimiento para borrar las huellas de un padre poco edificante, se ve embarcado en la aventura de cartografiar las tierras entre Bolivia y Brasil para mediar en la determinación de la frontera. Es en ese primer viaje cuando queda ya atrapado por la fiebre de la jungla, por la necesidad de conocer lo que se esconde en ese paraje desconocido, en ese territorio inexplorado por el hombre blanco, intentar comprender.
Después vendrán otros dos, muy diferentes entre ellos, con la Primera Guerra Mundial en medio, en toda su crueldad.
Percy es por tanto un personaje obsesionado, pero no en los niveles de locura, sino capaz de la renuncia, porque también tiene una preciosa historia de amor con una mujer adelantada a su tiempo, una excelente cómplice, y tres hijos.
Gray, como hubiesen hecho Huston o Ford, consigue equilibrar a la perfección los dos niveles. Vibramos con la aventura, nos sentimos en la selva, pero también nos emocionamos con sus etapas de regreso.
Épico e íntimo.
La realización, de una delicada fluidez, fusiona de alguna manera ambos mundos, que en ningún momento llegan a chocar, hasta alcanzar ese final inolvidable.
Grey había adaptado a Dostoievski en un excelente melodrama, Two Lovers. También el El Sueño de Ellis, recurrió a una de esas historias de siempre, grande. Que se asomase al género de aventuras era sólo cuestión de que se decidiese a afrontar un rodaje como este. Como en las cintas previas, también consigue que sus actores tengan un aura de las estrellas de antaño, aunque no lo sean ahora; de hecho no conocía a Hunnam, el protagonista, pero me sorprende su simpatía, su carisma y su capacidad dramática, a Sienna Miller si la había visto en alguna ocasión pero nunca me había trasladado tal entidad; Pattinson hace tiempo que dejó de ser el chico de Crepúsculo.
La verdad es que me alegra  mucho que la crítica haya recibido con este fervor una cinta que no busca demostrar estilo, transmitir un mensaje, sentar cátedra sobre nuevos modelos de narración, epatar...... sino que es simplemente cine de siempre.
Y volviendo al inicio. Evocador. Pero ojo, no confundir con un ejercicio retro, el que el otro día comentaba hablando de La La Land. Esta no es "la moderna película de aventuras hecha como las de antes" sino que es una muy buena película en si misma, sin necesidad de excusas. Excelente muestra de cine.
Por intentar aclarar mi punto de vista, "retro" es un adjetivo que define al producto ( película ), mientras que "evocador" se refiere a la sensación que produce en nosotros, algo mucho más difícil. No es alguien que se disfraza de época, sino algo que nos lleva a viajar allí de nuevo y consigue resucitar lo que sentíamos entonces.
Evocador, de aquellas tardes y noches de cine en las que tanto disfrutamos.
De ese deseo ingenuo de vernos sorprendidos.
De la propia ingenuidad, porque aun quedaba mucha vida.
A veces la nostalgia es algo muy agradable..

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