CINE: LA GRAN MURALLA de Zhang Yimou

China 2017
Matt Damon. Pedro Pascal. Willem Dafoe. Andy Lau. Jing Tan

La carrera de Zhang Yimou es digna de un psicoanalista. En cualquier caso, da verdadera carnaza a cualquier periodista cinematográfico.
Quien fue el descubrimiento de un Festival de Berlín con Sorgo Rojo, nos regaló durante los siguientes años crónicas fascinantes sobre la historia de China; Judou, La linterna roja o La joya de Shanghái se convirtieron en referencias del cine en versión original de aquellos años. Más allá del exotismo, el director era capaz de integrar lo singular en géneros clásicos como el cine negro o el melodrama.
Además, de vez en cuando, se acercaba a la China contemporáneo para, con claro espíritu crítico, mucha ternura y un neorrealismo capaz de recordar a Rosellini, mostrarnos la verdad de lo que allí había ocurrido en los últimos años. Camino a casa, Ni uno menos, Qui Ju....
En la época en que se puso de moda la fantasía épica oriental, Yimou se apuntó con una trilogía que comenzó con Hero. Asumía una dinámica visual que estaba en las antípodas de lo que había hecho hasta entonces, pero alcanzaba grandeza mediante un desarrollo casi shakespereano de las tramas y un dominio de la imagen absoluta.
Hasta ese punto, le teníamos que agradecer no sólo su cine, sino también habernos presentado a su musa, Gong Li.
Asumiendo que es un director en constante mutación podíamos esperar cualquier nuevo giro, pero la verdad, nunca este.
Porque al margen del valor de la cinta, la pregunta que a todos nos viene a la cabeza es ¿ que hace Zhang Yimou manejando este material?.
La gran muralla tiene todos los ingredientes de una función americana de tarde y palomitas, salvo no estar hecha por los maestros, los americanos. Ellos saben cual es el toque de humanidad necesaria, la cadencia de la información, el control de la tensión, la necesidad de involucrar al espectador...
Mucho de esto falta.
Hay una estética sorprendente, imágenes de una grandeza innegable, realizadas para el 3d.Y que a veces huelen un poco demasiado a digital.
Pero un monumento con la  muralla china merecía algo más que una película de monstruos y soldados, por mucho que hay que reconocerlo, resulte entretenida.
La trama es ingenua, el desarrollo básico, los personajes casi inexistentes.
Da la sensación de que nos encontramos con un intento oriental de emular la técnica de la superproducción, aprovechando para publicitar la superioridad tecnológica histórica del país, y utilizando a un director de reconocido prestigio internacional, con el objetivo de hacerlo reconocible y llegar a un público más amplio. También puede dar la sensación, aunque me cuesta aceptarlo, de que el director antes crítico con el régimen, ha decidido plegarse al dinero del poder.
Pero falla el planteamiento inicial de la propuesta: los bichos de sangre verde no encajan con todo esto, no se pueden tomar muy en serio.
En fin, repito, entretenida, pero una pena de derroche.
Y la pregunta que todos nos hacemos ¿ debemos olvidarnos de Zhang Yimou, un director que tanto nos gustó en su momento y de quien tanto esperábamos?, ojala no.

Público  

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