NOVELA: LAS TIERRAS ARRASADAS de Emiliano Monge

Literatura Random House
400 páginas
También disponible en ebook.

El infierno existe.
No es un lugar mítico, perdido entre el cielo y la tierra. Está aquí. En muchos puntos de nuestro planeta.
Ahí donde habitan los monstruos.
Seres que ( compadezcámoslos a pesar de su crueldad ) no han tenido otra opción en el fango de veneno donde se han criado, que avanzar por la senda del mal. Ese mal que supone el desprecio absoluto a cualquier otra vida humana.
Los monstruos también pueden amar.
Pero el amor es un sentimiento fértil y ellos, donde mejor respiran es en la muerte.
Su amor sólo puede ser trágico.
Cuesta creer que lo que narra Emiliano Monge en este denso relato del dolor sea cierto. Pero lo es.
Nos habla de aquellos que, necesitados de buscar otro horizonte, se ponen en manos de las mafias del tráfico de personas para cruzar a un lugar mejor, posiblemente a Méjico o los Estados Unidos. No importa , es aterrador pensar en cuantas latitudes podría hoy día escribirse una epopeya similar.
Pero lo más aterrador es pensar en lo que se encuentran, otras personas en las que, lo más compasivo sería el asesinato, y que llegan a ser capaces de hacer un mísero negocio incluso con la ropa con la ropa que llevan puesta estos futuros esclavos.
El paisaje húmedo y oscuro, laberíntico , de la selva, es sólo un reflejo del paisaje interior de los personajes que los tienen en sus manos. Su ausencia de piedad porque la desconocen. Su ausencia total de respeto por cualquier sentimiento que no sea propio. Y estos están siempre teñidos de oscuridad.
Aunque en ocasiones sentimos que nos falta información, que estamos perdidos, no hace falta más para entender la maraña de donde han surgido estas bestias, para atisbar un pasado igual de brutal que lo que van a dejar como herencia una vez que desaparezcan.
A pesar del amor.
Porque Monge articula esta narración sin concesiones alrededor de esa conversación que nunca llega a tener lugar, de esos dos seres casi mitológicos, cíclopes , gorgonas, que se necesitan y que sufren la traición de aquellos a quienes han ayudado a convertir en seres tan devastadores como ellos mismos.
Pero al lado, y a la par de su capacidad de querer, está la de matar, la de hacer daño, la de robar a los desheredados hasta el alma, la de convertirlos en esclavos, prostituirlos, convertirlos en carne de su furia. Difícil pues perdonarlos, empalizar con su desesperanza.
No es fácil leer Las tierras arrasadas.
No me refiero sólo a la dureza de lo que nos cuenta.
También a una prosa que adopta un nivel casi bíblico, de narración evangélica. Donde las palabras, que sirven también para conformar nombres totalmente definitorios, se enredan en una constante mixtura que parece ensuciar las páginas. Esos nombres que son uno de los grandes hallazgos de su autor porque no sólo nos cuenta lo que es sino también lo que no tardará en ocurrir, cual es el próximo estadio de la terrible mutación evolutiva de los prisioneros.
Un documento, ya lo he dicho, terrible. Un libro que no será sencillo olvidar.
Tal vez porque olvidarlo sería contribuir con el silencio a que el infierno continúe existiendo entre nosotros.
No tan lejos.

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