NOVELA: LOS EMBAJADORES de Henry James

Penguin Classics
554 páginas
También disponible en ebook.

Asomarme a Los Embajadores, se ha debido fundamentalmente a lo que disfruté de Las Bostonianas que, hace no mucho, comenté aquí.
De ahí mi primer desconcierto: frente a la pausada claridad narrativa de aquella, me encuentro al entrar en esta con una compleja mezcla de insinuaciones que hacen difícil hacerse con aquello que nos están contando ( de hecho, durante algunos tramos, más adelante, me muevo en ocasiones en el límite de la confusión).
Bien.
Aun así decido seguir, aunque no es sencillo al inicio. Y a medida que avanzamos, no puedo sino alegrarme, porque se produce esa alquimia que sólo consiguen los grandes literatos.
¿ A que me refiero?.
Pues fundamentalmente, a que a pesar de la sensación que antes he reconocido, de todas maneras de pronto voy teniendo la sensación de que voy percibiendo la historia que me cuentan, sus matices, sus variaciones. ¿Como? no sé explicarlo, pero llego, sin saber bien como, o mejor dicho, me llega.
Tal vez más que acciones lo que percibo son sensaciones.
Tal vez llegue a conocer tanto a los personajes que soy capaz de comprenderlos.
Gracias a ello, accedo a la compleja narrativa de James, y eso es lo que verdaderamente eleva esta propuesta:
La historia se inicia con un hombre que llega a París desde América para buscar al hijo de su prometida. No es tan fácil encontrarlo ni dilucidar el carácter de sus diferentes relaciones; tampoco sustraerse del encanto indefinible de esta capital de Europa donde la vida sale a su encuentro. Su fracaso hará que se incorpore a la historia la hermana del fugitivo, su marido y su hija. A partir de ahí las complicaciones se multiplican y los matices enriquecen cada vez más las páginas.
Son muchos los personajes que conforman este mosaico, todos ellos con alma, con sus confusiones, sus inquietudes, sus miedos, inseguridades y frivolidad. Todos ellos, cada uno, con la profundidad suficiente para su propia novela.
Y son muchas las tramas, todas ellas teñidas de esa perversidad que ya empiezo a reconocer en James y que lo hacen tan singular.
Que ajena su lectura a la complacencia, cuenta miseria se esconde en los grandes salones y que valiente su capacidad de transmitirla.
Hay mucha belleza en estas páginas, también verdadera maestría.
Se palpan cosas tan difíciles como la nostalgia, el paso del tiempo, la esperanza, la levedad....
No sé si es una de sus obras maestras, pero lo sabré, porque voy a seguir en el descubrimiento personal de este autor que me esta regalando maravillosos momentos de goce.

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