TEATRO: LA RESPIRACIÓN de Alfredo Sanzol

Director.- Alfredo Sanzol
Intérpretes.-
Nuria Mencía. Gloria Muñoz. Pau Durá. Pietro Olivera. Martiño Rivas. Camila Viyuela

Una nota introductoria antes de empezar:
¿ Como he podido perderme tantas obras de Sanzol con lo que me gusta? La única disculpa es que se trata de uno de esos autores que arrasan en taquilla con tanta antelación, que es imprescindible , como en esta ocasión, lanzarse a por las entradas con al menos un mes de margen, algo no siempre previsible. Una pena. Cada vez que disfruto de una de ellas, no puedo dejar de pensar en las que se me han ido.
Como dramaturgo, Sanzol es un digno heredero de lo mejor de Mihura y Jardiel Poncela, aquellos que sabían que el absurdo y la fantasía, bien manejados, podían ser la incubadora del humor más inteligente y la poesía más delicada, los que querían tanto a sus personajes que incluso en los momentos más duros transmutaban cualquier vestigio de crueldad con ternura.
La respiración, según nos cuenta en el programa de mano, surge de su experiencia personal, una separación de su pareja y la necesidad de afrontar el duelo recuperando la autoestima.
Es un regalo ( a si mismo y a quien lo ha sufrido en alguna ocasión ¿y quien no?) y una catarsis. Quizás por ello, se lanza desde el inicio en brazos de la farsa sin cortapisas.
Una hija sufridora, una madre que hace ya tiempo que ha dejado de darle importancia al sufrimiento y ha decidido disfrutar de la vida y cuatro personajes más que, en ocasiones, son como los duendes de un bosque dispuestos a acompañar a nuestra protagonista en un viaje de salvación, en una aventura libertaria que deberá de conseguir liberarla de sus miedos , eso sí, sin ninguna falsa esperanza de filtro mágico sino siempre cercada en la realidad.
Y es que hay mucho de realidad debajo de este ejercicio divertidísimo y anárquico, lo que hace que en muchas ocasiones se nos hiele la carcajada, tan fácil es identificarse con todo lo que sucede ante nuestros ojos.
Hay mucha estructura, mucha sabiduría teatral para que no se desborde aunque en algunos momentos parezca llegar al límite.
La respiración, vigorosa, aderezada con preciosas canciones y unos monólogos bellísimos ( inolvidable el de las lágrimas del amor que entona Gloria Muñoz ) , es un ejercicio vital de sabiduría. Una especie de libro de autoayuda que debe de escribir cada uno para que resulte realmente eficaz a quien lo necesita.
Un texto magnífico, pues.
Como director, Sanzol es ágil y teatral, libre. Su principal objetivo dentro de la puesta en escena son siempre los actores , todos funcionando de una forma conjunta en una especie de juego perfectamente calibrado y comprometido.
En este caso, los seis artífices están , como siempre, perfectos.
No recuerdo si conocía a Durá, a Olivera y a Viyuela, pero son estupendos. De Martiño Rivas sólo tenía referencias televisivas pero está muy por encima de lo que esperaba.
¿ Que decir a estas alturas de la excelsa Gloria Muñoz que no se haya dicho ya? aquí está divertida, descarada, y llena de amor.
Nuria Mencía me gusta mucho desde sus tiempos en la Compañía Nacional de Teatro Clásico; dentro de su poco cine, me encantó en La Soledad. Aquí tiene un papel total donde tiene que funcionar como actriz cómica pero con un control suficiente para hacernos temblar. Por supuesto lo consigue. A mi me pone al borde de las lágrimas después de hacerme reír.
Posiblemente la obra sea menos compacta que otras piezas de su autor. Pero es igualmente sino más gozosa.
Espero que este ejercicio le haya servido a Sanzol para superar su dolor. Se lo merece.
A los demás nos ha regalado, una vez más, otra muestra de su genio, y no me gustaría pensar que él no ha sacado provecho.

Público

Comentarios