EN LA MUERTE DE RAFAEL CHIRBES

Ayer noche asistí a uno de esos debates políticos con los que pretenden entretenernos últimamente todos los canales de televisión. Allí donde los antaño protagonistas de la prensa del corazón han sido sustituidos por otros personajes lamentablemente igual de vacíos, con el agravante de que pretenden dirigir los destinos de la humanidad.
Entre interrupciones más o menos ruidosas, se arrojan entre ellos los males que acosan a la sociedad, las pequeñas tragedias cotidianas, siendo difícil creer que les interesen como algo más que peones en su carrera por el poder.
A la mañana siguiente, me desayuno con la triste noticia de que ha fallecido Rafael Chirbes, un excelente escritor que ha accedido al gran público fundamentalmente por sus dos últimas novelas, las magníficas Crematorio y En la orilla.
No he podido evitar unir ambas cuestiones.
Chirbes , en estas obras, retrató la crisis a través de los personajes que la sufrieron; en la primera, nos situamos en el prólogo, la crisis moral, aquella que derrumbó los principios de cualquier base moral y que encaminaba al tren de la sociedad al desastre más absoluto; la segunda está ya inmersa en la miseria, en la ruina, en la tragedia de no entender como uno ha podido llegar a esa situación, unido al hecho de haber perdido la capacidad de afrontarla.
Chirbes no suavizaba sus mensajes, tampoco intentaba dirigir la culpa ni disculpar a nadie, era un retratista de un estado, de una situación, de un mundo que se desmoronaba. Su prosa era precisa, densa, compacta, su mirada hiperrealista, su alma estaba cansada de decepción y desesperanza.
Nos ha dejado demasiado pronto, pero queda como testamento este díptico que debe de ser leído sin miedo, con el valor de saber que no se puede mirar hacia otro lado, o que, en cualquier caso, eso no va cambiar nada.
No son los políticos que nadan en la superficialidad de sus palabras sinó, una vez más, los artistas quienes se convierten finalmente en cronistas veraces de ese mundo.
Un artista que en este caso se ha ido.
Uno grande.
Descanse en paz.

Público

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