TEATRO: RINOCERONTE de Eugene Ionesco

Dirección y versión.- Ernesto Caballero
Intérpretes.- Pepe Viyuela. Fernanda Orazi. Fernando Cayo. Jose Luís Alcobendas. Ester Bellver. Paco Deníz. Juan Antonio Quintana. Juan Carlos Talavera. Janfri Topera. Pepa Zaragoza. Bruno Ciordia. Chupi Lorente. Mona Martínez. Paco Ochoa.

Ionesco escribió Rinoceronte en 1959, como respuesta al auge de los totalitarismos.
Su voluntad política y claramente didáctica, hace de la obra una pieza más clara desde el punto de vista narrativa que otras donde el absurdo componía una especie de sinfonía poética mucho más abstracta, como Delirio a Duo o La Cantante Calva ( por citar dos ejemplos recientemente representados en Madrid y muy bien ).
No renuncia de todas maneras a la imaginación y a la asunción absurda de cualquier premisa planteada: en una pequeña ciudad de provincias, la aparición inesperada de un rinoceronte , evoluciona hasta convertirse en una epidemia desde la que los habitantes van sumándose a una filosofía en la que abandonar el reciocinio y la lógica frente al retorno de su vertiente más animal. La resistencia es una forma de lucha que por momentos puede llegar a resultar un ejercicio débil y ridículo de cobardía en lugar de una verdadera lucha , un ejercicio de voluntad frente a la masa.
No conozco el original que , al parecer, ha sido aligerado a dos horas de duración. A algún crítico sigue pareciéndole excesiva . No a mi, que he seguido con interés e inquietud, y la sonrisa que siempre produce el humor algo ingenuo de Ionesco, el desarrollo de la trama , atisbando sus esquinas , descubriendo las dudas y los momentos de fuga , comulgando totalmente con un mensaje que , lamentablemente, no termina de estar obsoleto.
Pero lo verdaderamente destacable de esta representación es la excelencia del montaje. La producción que se ofrece en el María Guerrero, es sin duda de las que se recordará.
El director entiende perfectamente la teatralidad de su autor; antes citaba la ingenuidad de su humor y es que no dejo de ver en sus obras un ritmo circense que aquí está presente desde el primer momento, con un conjunto de actores que funcionan como personajes pero también como un coro deslabazado y sorprendente.
El escenario, potente , genial, ofrece muchas posibilidades, todas aprovechadas , pero no acota la acción, que se extiende a los pasillos de la planta baja creando un movimiento constante pero nunca confuso, lleno de simbolismo.
Los figurines son fantásticos, desde el vestuario brillante sin ser estridente , hasta el resto de materiales que culminan con la enorme maqueta final.
La luces , la música, el sonido... todo contribuye a un espectáculo total de gran riqueza.
Con respecto a los intérpretes , no hay uno que falle, ni en la voz ni en su esfuerzo físico. Destaca por longitud , el encanto de Fernanda Orazi, pero Viyuela es caso aparte: maleado para muchos como un actor de televisión fácil, es capaz de demostrar que en nuestro país los hay grandes hasta debajo de las piedras, su Belenguer carece de cualquier tic fácil y está plagado de humanidad , la que se resiste a su vertiente animal.
Podría alargarme citando cantidad de hallazgos plásticos en este Rinoceronte de lujo. Baste decir que es una representación de las por si solas justifican un teatro público.
Es importante que el público acceda a nuevas creaciones , pero también que tenga la oportunidad de retomar clásicos que , por edad , les quedan lejos.
Esta es sin duda una fantástica ocasión.

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