NOVELA: TOKIO AÑO CERO de David Peace

Mondadori
480 páginas

Termino absolutamente agotado la lectura de esta novela.
De esta excelente, sorprendente , cautivadora novela... pero agotado.
Dice en las referencias publicitarias alguien , que es un cruce entre Ellroy y Murakami, Dios nos libre , dado mi amor por el escritor japonés.
Me vale la referencia a Ellroy , el maestro, por lo que supone de trama oscura , compleja , brillante y , al mismo tiempo, la capacidad de narrarla de una forma comprensible, siempre que el lector se decida a poner de su parte ; es decir, no es fácil, Ellroy tampoco lo es ; pero siempre merece la pena.
Sin embargo, la referencia a Murakami, absurda a mi entender , la cambiaría por otra cinematográfica , David Lynch, y es que , junto a la capacidad del autor para crear imágenes ( turbias en la mayoría de las ocasiones ), existe una opción asumida y es la de contar la historia desde el interior del cerebro de su protagonista , sin importarle su estado mental. En este sentido, tampoco está lejos de alguno de los films más duros de Scorsese.
Nos encontramos en Tokio inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, del año de la rendición . La ciudad , y el país en general, son unos escenarios de pesadilla, invadidos por la suciedad y la ruina , donde sólo se puede sobrevivir poniéndose a la altura del paisaje, así los habitantes han perdido toda referencia moral y están vencidos por el hambre y la necesidad.
Los vestigios de una educación protocolaría caduca , permanecen como referencias grotestas entre el dolor y la mugre. Como también parece permanecer la necesidad de un policía por dar sentido a su existencia , aunque la justicia que persigue se encuentre siempre perdida en el fango de la venganza.
Desde su interior, desde su desorden mental, desde su inestabilidad, asistimos entre sueños, realidades que lo parecen y otras que nos gritan en su dureza, a una trama en la que se cruzan crímenez atroces y que podrían quedar sin castigo, con casos de corrupción policial y bandas mafiosas. 
La narración está llena , impregnada de sus reflexiones , cortas , perdidas , inestables, difíciles de encajar a veces, pero si tenemos cuidado, nunca llegaremos a perdernos . Y al final todo cobra sentido.
La visita al infierno se cierra, no porque salgamos sino porque, por lo menos hay razones que explican la cadena de horror y locura.
De todas maneras , como decía al principio, el viaje es tan denso que es imposible no llegar exhausto al final, no necesitar un periodo de descanso antes de bucear de nuevo en la obra de este escritor, hasta ahora desconocido para mi y que , sin duda , debera de ocupar un lugar importante dentro de la literatura del género.
Es casi una experiencia que , en muchas ocasiones nos lleva a hacerla singular y siempre apasionante.
Ni más ni menos que lo que es la lectura : un ejercicio solitario de comunicación entre quien cuenta y quien escucha.

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