CINE: IDA de Pawel Pawlikowski

Polonia 2013
Agata Trzebuchowska. Agata Kulesza

Lo primero que llama la atención de Ida es su belleza: rodada en un precioso blanco y negro, en un formato cuadrado y con unos difíciles encuadres, cada fotograma es como una pintura, al tiempo que remite al más artístico cine clásico. Con ello, nos transmite una Polonia rural y urbana, solitaria, serena y profunda. Una ciudad sin duda con mucha historia en sus cimientos.
Lo segundo, es su esquematismo narrativo. No hay explicaciones, ni por supuesto, justificaciones; tampoco información que nos ayude. Está lo justo. Muy pocas palabras. Muchos silencios. Y hacer avanzar la historia sobre lo esencial.
De todas maneras, con ese ascetismo asumido, el director o/y guionista, son capaces de crear dos personajes totalmente sólidos , sobre los que pivota toda la película. Sobre ellas y sobre su forma de afrontar el pasado y los secretos que este esconde.
Con todo, tengo, durante su visionado , una sensación que desaparece en la reflexión posterior: veo en Ida dos historias diferentes, una la de la novicia que es obligada a asomarse al exterior y comprende la necesidad de conocer para decidir; por otro, la de las heridas sin cauterizar en el país tras la Segunda Guerra Mundial, representadas por la sordidez de la tía de la protagonista, una mujer que fue juez vengativa y que ha terminado entre el alcohol , el tabaco y los hombres.
Sin embargo, cuando la recuerdo, tengo una percepción donde todo se funde de una forma más adecuada,  más armónica, como la historia de dos mujeres frutos de la situación de un país que se mueve entre la culpa y la necesidad de perdón ,de un pasado aun reciente en la época narrada.
Posiblemente Ida sirva para explicarnos como afecta la historia colectiva a la historia íntima de cada ser humano, también puede interpretarse como una parábola que demuestra que sólo afrontando la verdad y desde el conocimiento, se puede seguir adelante; intentar esconder todo aquello en una esquina del cerebro puede terminar siendo letal.
También estoy seguro que hay mucho más esbozado en la sutileza de sus pliegues.
Miradas, gestos, dudas.
En cualquier caso, está en las manos de un director con una lograda concepción visual de la belleza y de lo que verdaderamente se necesita para cuidar una historia y ponerla en imágenes.
No sobra nada, ya lo he dicho.
Tal vez una mirada más serena, más tranquila, reposada, me habría dado desde el inicio una visión que fuese capaz sólo de contemplar.

Público

P/S Un día después...
Ida sigue creciendo en mi recuerdo.
Ese conjunto de postales de un país que tiene un gran pasado y busca su futuro.
Esas frases, llenas de sobreentendidos y que esconden toda la crueldad del ser humano, y también todo su dolor.
Ese volver a abrir las ventanas a la realidad al que puede obligarnos la inocencia. La inocencia que puede mantenerse como decisión, a pesar de enfrentarse al "mundo, el demonio y la carne".
La amistad, que difícil simplificar en una palabra la complejidad de relaciones que pueden tener los seres humanos, nunca medibles por el tiempo sino por su intensidad.
Como dice uno de los personajes, "la vida". Algo tan plural, tan abierto a millones de combinaciones; esta una de ellas, una más.
Todo lo que puede esconderse tras las cortinas de una historia, que vamos descubriendo poco a poco al abrirlas.

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