Masaharu Fukuyana. Yoko Maki. Jun Kurimara. Machiko Ono
Koreeda habla a menudo de la infancia y de la familia en sus películas, y lo hace desde la serenidad y también la capacidad de observación de un cirujano de las relaciones humanas.
En este caso, tiene la originalidad o el atrevimiento, de partir de una premisa que parece más propia de un folletín decimonónico: dos niños son intercambiados por error ( o no, eso se verá más adelante ) al nacer y van a parar a dos familias absolutamente diferentes; una vez que ambas familias conocen lo ocurrido, surge la problemática sobre que hacer, y es aquí donde se cruzan conceptos tan cuestionables como el honor, el amor, el peso de la sangre...
Tampoco está ajeno el humor, pero es esta una herramienta para hacer ligera una narración que era fácil que pecase de densidad.
El contraste se produce entre la historia, que como digo, podría haber firmado Dickens, y el paisaje de un Japón del siglo XXI, absolutamente cosmopolita, creando un conjunto muy atractivo y muy limpio como marco para la narración.
Ahí es donde entra la mirada de su director.
Ya he comentado anteriormente su serenidad, que otorga un tranquilo ritmo oriental, incluso mantenida en los momento más tensos. Se toma su tiempo, a través de pequeñas pinceladas para que vayamos sintiéndonos inmersos en el conflicto, hasta empatizar absolutamente con los cuatro protagonistas principales y los dos niños.
También hay que resaltar el valor de su precisión, de contar lo justo, como si estuviese escribiendo con tiralíneas, y mostrando la reacción de cada acción, y en cada uno de los personajes, de una forma clara y totalmente comprensible, sin ningún tipo de sombra o ambiguedad.
Koreeda es transparente, y transparente es su narrativa.
La conclusión es una cinta encantadora, hermosa, sin que todo ello no implique que está llena de aristas, como la vida, pero también de mensajes de esperanza, de reconocer la fuerza del amor y la bondad que subyace en cualquier ser humano.
Mensajes positivos en tan buen envoltorio.
Un logro, totalmente recomendable , entre la lágrima y la lucidez, con mucho fondo y también una dorada superficie.
Público
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