OPERA: L'ELISIR D'AMORE de Gaetano Donizetti

Director de Escena - Damiano Michieletto
Director Musical - Marc Piollet
Eleonora Buratto. Ismael Jordi. Paolo Bordogna. José Carbó. Mariangela Sicilia

En general no soy purista.
Creo que , buscando la actualización de clásicos ( no sólo en la ópera sino también en el teatro ) se han cometido verdaderas atrocidades, pero también se han conseguido representaciones soberbias.
Por lo tanto, como punto de partida , no estoy en contra de que un director pueda llevar a cabo su interpretación personal de una obra.
Sí es cierto que el Teatro Real de Madrid parece haber pecado en los años Mortier , desde el punto de vista escénico, de un afán excesivo por convertirse en un campo de pruebas , algo en lo que no parece haberse tenido demasiado en cuenta a un público que abona una media de cien euros por asistir a una representación. El cabreo es en muchas ocasiones comprensible.
Seguramente , el hecho de que L'elisir D'amore sea una ópera bufa y, por lo tanto, no esté considerado como material "sagrado" ha llevado a la crítica a ser bastante más condescendiente de lo habitual con esta versión.
A fin de cuentas , si bien su música es una delicia, su libreto es un cuentecito tierno y divertido sobre amores contrariados con final feliz y poco peso dramático.
Lo que debe de buscar cualquier representación es eso: divertir sin emborronar.
Y en este sentido, la versión de Michieletto sin duda cumple. 
La acción se traslada desde el pueblo del original a un chiringuito de playa más o menos hortera, con sombrillas, animadores, delfines de goma , y mucho mucho color. Y pienso que es en esto último donde está el mayor acierto: el montaje es brillante estéticamente, vital, chillón y , sí, por momentos muy muy divertido.
Quizás sea discutible un Dulcamara macarra y sus gogos o los "soldados" convertidos en strippers, pero lo cierto es que es en la suma de pequeños detalles donde el director consigue agilidad. 
Personalmente tengo que decir que veo cierta bajada de nivel a medida que se desarrolla la obra: en la primera hora , el movimiento coreográfico de todos los personajes es fantástico, consiguiendo que cada ríncón del escenario tenga contenido; es difícil mantener ese nivel y, en su desarrollo posterior, ese logro se apaga ligeramente sin que ayuden el tobogán inflable ( si, habéis leído bien ) ni la fiesta de espuma ( también habéis leído bien esta vez ).
En general queda un montaje simpático que sirve a la perfección a la bellísima música. 
Pero no nos confundamos , este elixir es un buen añadido a un conjunto de temporada, una buena pieza de acompañamiento, pero el Teatro Real, debería o deberá de aspirar a propuestas de mucho más empaque.

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