CINE: THE ACT OF KILLING de Joshua Oppenheimer

Dinamarca/ Noruega/ Reino Unido. 2012
Documental

Creo que ya nadie duda de que las fronteras entre el cine documental y el de ficción son cada vez más difusos.
Es obvio que el que nos ocupa utiliza sólo materiales extraidos de la realidad, pero también es verdad que se ha convertido nada más y nada menos que en otra forma de narrar.
Además, siempre que no se vulnere la objetividad de la visión, lo cierto es que se admiten lógicamente mecanismos que conviertan el material en una obra de arte, bien sea en la organización del contenido, en la mirada, en cierta posición del autor...
En este caso, el artefacto es sofisticado, muy alejado de lo que se entendía hace tiempo como documental y que se limitaba a la traslación de información en forma visual.
Quizás no podría existir otra forma de trasladar el horror que nos cuentan en este caso, que la que su autor nos propone, sin caer en el sadismo, o tal vez, al contrario, es precisamente esa elección lo que convierte esta película en una pesadilla, en un verdadero film de terror.
Estamos en Indonesia.
Conocemos, desde el primer fotograma, a los mayores asesinos que podemos imaginar.
El autor les propone que creen y dirijan una cinta sobre su pasado, algo que hacen inspirándose en el cine que admiraban: el cine americano. Así asistimos a remedos grotescos del cine musical o del de gansters. Y sobre todo asistimos a su impunidad, a su falta de arrepentimiento real, a su capacidad para tomarse con humor el asesinato de más de un millón de personas. Tampoco dudan en trasladarnos que hoy día nada ha cambiado, y que estos asesinos se han convertido para muchos en verdaderos héroes.Es espeluznante escuchar, sentir, ver.
Supongo que lo más terrorífico no es sólo el contraste sino el hecho de asistir a lo que una filósofa alemana denominó la banalidad del mal. No hay verdaderas razones más allá del dinero y el poder, No es una guerra. Me resulta difícilmente soportable no ya el hecho de verles recrear las matanzas sino ver a uno de los asesinos pasear por un centro comercial con su familia mientras relata las torturas que llevaba a cabo, o al abuelo enseñando a sus nietos infantiles el metraje filmado.
El director es capaz además de captar matices humanos, de observar con sensibilidad y recordarnos que son seres humanos. También se expone en escenas de contraste absolutamente atrevidas.
El resultado final, un producto extremo, de un riesgo alto y conseguido. Lejos del cine de entretenimiento pero posiblemente mucho más necesario.
Extraño, increible pero cierto, único.

Público

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