NOVELA: CREMATORIO de Rafael Chirbes


Anagrama Narrativas Hispánicas
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Tenía Crematorio pendiente.
Determinada por muchos críticos como una de las principales novelas contemporaneas de la literatura castellana, la potencia de En la orilla, última obra de su autor y la primera para mi, me hizo posicionarla en la lista.
Ambas tienen muchas cosas en común.
Como he dicho antes, no sé si esto es algo que se repite en toda su obra.
Por lo tanto, voy a limitarme a compararlas sin generalizaciones, perdón pues por mi ignorancia.
Ambas parten estructuralmente de una colección de monólogos; desde los mismos, se transmite ( o se descubre por parte del lector ) lo que es la narrativa, siempre valorada por los personajes que son parte de la misma, pero también, fundamentalmente, unos perfiles psicológicos cargados de matices, capaces de bucear en el ser humano, en cualquier ser humano, hasta alcanzar todas sus capas, hasta trasladar sus mayores angustias y sus más íntimos deseos.
Con eso, es como si el autor, en lugar de una novela en el sentido tradicional de la expresión, dibujase un retablo colorista y profundo, totalmente hiperrealista. Perfecto.
Personajes como Ruben, Silvia o el extinto Matías, cuya muerte parece ser la causa de la propia novela, tienen la solidez de la existencia, y es muy difícil creer que no se basen en modelos absolutamente veraces.
La segunda similitud es su adscripción a la realidad más cotidiana:
Si de En la orilla se decía que era una novela sobre la crisis, Crematorio se ha descrito como la narración que abunda en el expolio inmobiliario y la burbuja urbanística.
Ya dije al  analizar la anterior que esa definición me parecía limitada y lo repito en este caso; Crematorio no se limita a describir esa situación sino que amplía su radio, a temas tan cercanos como la mafia rusa, la droga o la prostitución, hijos bastardos de un capitalismo sin freno, pero también al desencanto, a la vejez, a la comercialización de la cultura y a la pérdida de los ideales que muchas veces conlleva el paso del tiempo.  
Y aquí nos encontramos con una situación repetida: la visión de Chirbes es, parece, totalmmente desesperanzada; es su juicio sobre nuestra sociedad el que parece no dejar ningún resquicio al bien.
Crematorio es terrible en su análisis de la actualidad, pero también de sus causas cuando se remonta a la niñez de sus personajes principales.
No hay perdón, no lo parece. Sí existe la grandeza, casi mitológica, que consiguen las grandes obras, pero esa grandeza puede ser muchas veces terrible, cruel.
Sólo , como salvación, debemos rescatar las lágrimas, porque cuando no es el perdedor, sino el en principio triunfador a quien pertenecen, pueden significar la esperanza de que tras tanta sordidez exista un corazón.

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