CINE: DESPUES DE MAYO de Olivier Assayas

Francia 2012
Clement Metayer. Lola Creton. Felix Armand

Sin intentar encontrar paralelismos imposibles, lo cierto es que hace poco comentaba aquí Robespierre, la excelente novela de García Sánchez.
También estamos en Francia, también ha habido una revolución, en este caso ya concluida y no cruenta, me refiero a es Mayo del 68 en el que parecen haber habitado gran parte de los sueños de una generación.
Y lo que me hace encadenar ambas historias, aunque sería sólo con la parte final del corpus literario, es el interés del autor por trasladar lo que ocurre después, una vez que la utopía va dejando paso a la realidad.
Después de Mayo nos habla posiblemente de los hijos de aquellos que buscaban la poesía bajo el asfalto. Estamos en 1971 y , a muchos de estos jóvenes, les queda la resistencia política como forma de expresión y la libertad heredada de sus mayores como regalo.
Gracias a esta última pueden permitirse una vida con no más responsabilidades que las que ellos mismos se impongan, de descubrimiento constante pero con una naturalidad que elimina la sorpresa, en el escenario de un mundo que parece de pronto haberse convertido en pequeño, asequible y fraternal.
Pero , ya lo sabemos, es difícil vivir en un sueño, en una nube; es la propia realidad la que va colándose poco a poco y , aunque como el personaje principal reconoce, no se quiera afrontar, está ahí.
Y entonces nos encontramos en un lugar diferente, el de las renuncias, el de lo que no se ha alcanzado, también el del miedo que en ocasiones hace tirar la toalla, también el de la tragedia. Lo que queda de la lucha es sólo un pequeño remedo, una forma de añoranza. Finalmente, y en ese sentido la última escena es totalmente reveladora, lo que mantenemos de ese pasado, de esa especie de país de la felicidad , no son las ideas sino los sentimientos.
Quizás si hubiesen sabido mirar sin cegarse por el deseo, sólo contemplar a sus padres, aquellos que seguramente llegaron a tirar piedras también a la policía... asumamos como positiva esa carga de inocencia que arrastran.
El guión de esta película es delicioso. Poco a poco nos va introduciendo en el devenir de sus figuras siendo capaz de no abandonar a ninguna de ellas y de no jugar con la ironía y sí con la ternura. Tanto de aquellos que deciden asumir la derrota o presentimos que así será ( ella , y su marcha nocturna en la moto ), como de los que siguen , o no ven otra salida que la huida hacia adelante, aunque sea esta tan poco prometedora como el regreso a Kabul.
De  Assayas me sorprende siempre la limpieza de su trazo, su aparente ligereza que consigue una belleza suave, poética pero en ningún caso impostada. Es un maestro de la naturalidad.
Tengo la sensación de que aquí hay mucho personal. Es posible que el fuese uno de esos jóvenes que pululan por su relato, que haya visto mucha de las cosas que cuenta, que no le resulten nada lejanos sus sueños y sus despertares.
Y quizás por ello, presiento un aroma de esperanza, donde, si bien la nostalgia se revela inevitable, no deja de transmitirnos que lo que queda, lo que importa, es nada menos que la vida.

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