NOVELA: LA MUERTE DEL PADRE de Karl Ove Knausgard

Anagrama
496 páginas

Me resulta difícil, ante una obra seria en su compromiso, planteamiento y desarrollo, ser excesivamente crítico; tengo un respeto inmenso por quienes son capaces de crear y ofrecerse a los demás; pocas cosas me llenan tanto, cuando se llegan a producir, como esa sensación de comunión con un autor, esa relación de agradecimiento mutuo.
Por ello, cuando siento que no alcanzo a ser capaz de admirar ciertas piezas que sí admiran otros, cuestiono en primer lugar si puede deberse a circunstancias subjetivas derivadas del tiempo o la forma. Y en cualquier caso, me queda siempre la tristeza de no haber sido capaz de disfrutar de algo disfrutable.
La muerte del padre la he leído entre dos viajes largos, cuando posiblemente sea una novela que exige otro tipo de lectura más reposada.
El caso es que, a pesar de reconocerle muchas virtudes, no he conseguido que me llenase y no puedo evitar cierta sensación de irregularidad en los contenidos, que se manifiesta en desinterés por ciertos episodios narrados.
Algo que hace que me sienta más a disgusto conmigo mismo por esta apreciación, es precisamente ser consciente de todo lo que Knausgard intenta dar en este novela: es al parecer la primera obra de un proyecto proustiano denominado Mi lucha y que estará compuesto en total de seis piezas. Ya el título del conjunto, alude a una sensación de sinceridad, de verdad. Esto se ve acrecentado en cuanto uno se adentra en las páginas de La muerte del padre, y es que el autor se expone ante nosotros y expone a su familia, con una absoluta transparencia, una sinceridad descarnada que no ahorra zonas oscuras, ni en los aspectos físicos ni en los morales.
En ese sentido, es esta una radiografía de la familia como institución decadente, inútil, irreal.
Se puede estar o no de acuerdo con el concepto, pero  es admirable el desafío de intentar mostrarlo sobre la propia piel.
Otro de los valores, es sin duda la capacidad del autor para manejar una literatura hiperrealista, como una colección de fotografías interiores y exteriores.
A cambio, es él quien elige cuales son los hitos de esta historia, y personalmente creo que estos no siempre encajan en lo que debería de considerarse mínimamente relevante.
En cualquier caso, a pesar de que la experiencia esta vez no ha cuajado, nunca me atrevería a cuestionar que La muerte del padre es muy buena literatura, y seguramente una muestra única en el ámbito del autoretrato.

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