TEATRO: TEMPESTAD de William Shakespeare


Cartel de Tempestad
Dirección y Adaptación - Sergio Peris - Mencheta
Victor Duplá. Quique Fernández. Antonio Galeano. Pepe Lorente. Xavier Murúa. Eduardo Ruiz. Agustín Sasián. Javier Tolosa.
Compañía Barco Pirata
"Estamos hechos de la misma materia de los sueños"

Aplauso gozoso.
Comienzo la crónica de este espectáculo por el final: público puesto en pie, aplaudiendo a rabiar y coreando bravos a un grupo de actores que, durante una hora y cuarenta y cinco minutos, les han regalado, nos han regalado, una experiencia vital en directo; teatro, lo que es el teatro.
No es el único aplauso que ha resonado en ese tiempo, pero luego haré referencia al otro.
La Tempestad es conocida como la última obra de Shakespeare, y en mi modesta opinión, es un compendio de temas y estilos de su catálogo: encuadrada en la apariencia de cuento mágico , tenemos una historia de traición y venganza, un tratado sobre el poder, una historia de amor juvenil y una farsa de clowns y bufones.
Es difícil afrontarla porque no permite un acercamiento arqueológico , y no siempre es fácil encajar todas las piezas.
Considero que , en un tiempo de adaptaciones más o menos acertadas, la única manera de representar la pieza es desde la libertad absoluta, asumiendo muchos riesgos, pero también regresando a la esencia del teatro, al directo, a la diversión , al artificio.
Perís- Mencheta, después de esta experiencia, debería de dejar de ser considerado un actor más o menos atractivo surgido de la televisión, para entrar en todos los diccionarios como uno de los directores teatrales más creativos, capaces y originales de nuestro país. Suyo es, parece, el experimento, que, tras su visionado, deja de ser tal para convertirse en logro. Suya es no sólo la labor de dirección sino el rico trabajo de adaptación y puesta en pie. Suyo hubiese sido el fracaso por lo que suyo debe de ser el éxito.
En el punto de partida no está lejos Después del sueño, adaptación que hizo Irina Brook del Sueño de una noche de verano y que hace años pudimos disfrutar en el Festival de Otoño. No creo que a Peris- Mencheta le gustase la palabra metateatro, fea donde las haya y grandilocuente, que no casa con la transparencia de su propuesta. Creo más bien que lo que ha decidido es compartir con los espectadores el proceso de creación, no sólo no importándole que se vean las costuras, sino mostrándolas abiertamente; en este proceso, donde podría caerse en la distancia, entramos sin embargo en la creación de la magia, algo que ocurre ante nuestros ojos. De nuevo teatro.
Y es que esta Tempestad , opta por ser un juego escénico, divertido ( y cuando digo divertido, me refiero a muy divertido, con un coro de constantes carcajadas por parte del público; que sano reirse, que bueno hacernos reir con Shakespeare )y desbordado de imaginación , que en muchas ocasiones roza la genialidad y siempre la eficacia, a pesar de los limitados recursos que decide utilizar. Es apabullante y absolutamente gozoso el torrente de creatividad que palmo a palmo se va desplegando y que este grupo de actores parece regalarnos con la naturalidad de un taller de interpretación, con capacidad para asumir ellos ocho todo el elenco, con mutaciones que en ocasiones se producen en el mismo escenario, ese cuadrilatero de arena con un fondo de audiovisual que, en tiempos de abuso de dicha tecnología, nunca había sido tan bien utilizado.
No es perfecto. ¿ Quien lo pide? , ningún juego lo es. Es mucho más.
Pero no quiero llevar a confusión con la palabra juego; esta Tempestad no es una representación menor por mucho que se haya limado el texto. Detrás no sólo hay el alarde de creatividad antes citado, sino también una adaptación de un texto complejo que, desde el punto de vista narrativo, consigue hacerse cercano. Y muchas ideas propias del director más educado en el genio inglés, como esa identificación de Ariel, personaje tan difícil de poner en escena.
Tengo la sensación de que existe cierta humildad en la reducción del título: La Tempestad pasa a ser sólo Tempestad, como para evitar que se le pueda echar en cara su alejamiento de la ortodoxia. Craso error. Estoy convencido de que William Shakespeare sería uno de los espectadores que aplaudirían con más fuerza si hubiese estado allí anoche.
Y hablando de aplausos, vuelvo al comienzo de esta crónica donde citaba otro: efectivamente, tras la escena inicial de la tormenta en el mar, absolutamente fantástica , todos rompimos , interrumpimos la representación con nuestras palmas. Podía haber ocurrido muchas otras veces como en la de la conspiración por poner otro ejemplo.
Desde la artesanía, se llega a la belleza, exterior e interior porque la diversión es otra forma de belleza.
Algo así sólo se consigue con mucho cariño, con mucho respeto, con mucha inteligencia, valentía y sensibilidad.
Gracias
Público

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Precioso
público ha dicho que…
Gracias¡
Espero que hayas disfrutado la obra. Y que Peris Menccheta nos siga regalando fantásticos atrevimientos como este
Ciao