TEATRO: IVAN-OFF de Anton Chejov

La Casa de la Portera
Versión y Dirección: José Martret
Raúl Tejón. David González. Javier Delgado. Roberto Correcher. Cristina Alarcón. Germán Torres. María Salama. Rocio Calvo. Maribel Luis

Desde hace algunos años, más allá de lo que habitualmente conocíamos como las salas de teatro alternativo que conformaban el off Madrid, han ido surgiendo nuevas propuestas que convierten el hecho teatral en una verdadera experiencia. Podemos recordar la labor del hall del Teatro Lara del que surgieron piezas tan exitosas y con tan largo recorrido como La Función Por Hacer, la Sala II del María Guerrero con aquella Carta de Amor de Arrabal etc . Posiblemente esa cercanía ha cristalizado en un proyecto tan ágil, logrado y contundente como Microteatro , Dios guarde muchos años..
La propuesta de La Casa de la Portera llega al más difícil todavía: nos proponen una obra que dura dos horas y se atreven con uno de los Chejovs más difíciles y posiblemente menos representados: Ivanov.
Pero empecemos por el principio:
La entrada se reserva por teléfono; ese día recibes un sms recordándotelo; llegas a la calle Abades 24 y te encuentras con un avejentado portal del barrio de La Latina. Llamas al telefonillo del bajo d ( sin ninguna indicación ) y entras en lo que, obviamente, era la casa de la antigua portera, donde al pagar y recoger tu entrada te avisan que a las ocho y veinte saldrán a por el grupo.
Cuando finalmente accedes, con sólo 23 personas más, te encuentras en un local con cierto aire de ensueño. Y ahí comienza la ceremonia.
La obra se desarrolla en dos pequeñas habitaciones alternativamente, ahí es donde, a escasos centímetros del público, se mueven los nueve actores que conforman el reparto. Y no tardamos ni diez segundos en estar dentro de esta tragedia, de este Hamlet ruso al que le faltaban los motivos, de cada uno de los personajes a los que llegamos a conocer, a entender, de sus errores, de su destino; sentimos su aburrimiento, su altura o su vulgaridad, sus anhelos, su mediocridad, su imposibilidad de volar. Las lacras de la sociedad que conforman.
Y Chejov se manifiesta en toda su cercanía, porque si lo más importante de este autor era transmitir el alma de sus personajes, aquí casi llegamos a tocarla.
Sólo un grupo de interpretes muy solventes puede soportar una apuesta tan epidérmica. Aquí ninguno falla y a ninguno se debe de estacar sino a todos.
La versión es limpia, clara, aunque quizás potencie el humor más que el original, algo comprensible e incluso de agradecer, dado que aunque le reste cierta intensidad al último acto, también aligera una obra que, repito, recuerdo como muy difícil y algo densa.
La experiencia de La Casa de la Portera sólo puede merecer aplausos; es un absoluto regalo para todos aquellos que amamos el teatro. Y sólo espero que no sea un hecho aislado sino que tengamos la ocasión de disfrutarlo muchas veces más .
Enhorabuena a todos los que la han hecho posible y gracias.

Público

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