TEATRO: MACBETH de William Shakespeare

Dirección- Helena Pimenta
Jose Tomé. Pepa Pedroche. Oscar Sánchez Zafra. Javier Hernández. Tito Asorey. Belén de Santiago. Anabel Maurin

Pimenta es sin duda alguna, la directora española de teatro más vinculada a la obra de Shakespeare. Es ya una leyenda su versión de El Sueño de una Noche de Verano, les siguieron Trabajos de Amor Perdidos y La Tempestad entre otros. Y ahora este Macbeth, entrada en una de las tragedias grandes.
Lo cierto es que, hasta cierto punto, su actitud ante el dramaturgo inglés me recuerda a veces a la de Keneth Bragnah, y es que los dos han optado por convertir sus piezas en algo asequible, a veces con apuestas arriesgadas y otras con elementos estructurales, pero siempre buscando la agilidad , la cercanía.
Los resultados se acercan muchas veces al éxito, aunque esto escandalice a algunos. A mi me gustan, me alejan del concepto críptico de la cultura que defiendo tan poco.
Todo director, por otro lado, parece tener su Macbeth, y cualquier aficionado al teatro, conoce varios, algo que ayuda poco. Se acude buscando algo que justifique la diferencia. Si el año pasado nos sorprendió la excelente y sobria propuesta de Check by Jowl , este año , aunque no al mismo  nivel, también esta propuesta es muy válida.
Pimenta quiere acercarse a un espectáculo potente y lo hace valiéndose del audiovisual y la música de la ópera de Verdi , consigue controlar ambos elementos y alcanzar un tono general fantasmagórico, muchas veces sorprendente y casi siempre hermoso. También ha pulido la versión, sin excesos, para que llegue de forma directa y las reflexiones interiores estén siempre referidas a la acción.
En lo que respecta a la interpretación, quizás la cercanía de Tomé sepa a poco en la parte final, cuando el personaje necesita crecer al nivel de un monstruo. El resto está bien, pero sobre todo destaca Pepa Pedroche en una Lady Macbeth a la altura de las creaciones que ya nos había regalado en su paso por la CNTC.
En general, ya lo he dicho, un Macbeth logrado, que justifica verlo otra vez. Con proximidad pero sin perder la esencia que la ha convertido en una tragedia mítica.

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