Entra una mujer desnuda.
Sola.
Absolutamente sola.
Solo ella y la luz. Y por supuesto el público.
Comienza a contar , sus recuerdos , sus sentimientos, sus papeles.
Y nos hace reir pero también nos hace sentir , nos hace pensar , nos emociona.
¿ Así de fácil?.
No.
Así de difícil.
En setenta minutos recorremos sus orígenes de pueblo y de niña que quería pintar con colores el mundo, mientras soñaba en milagros.
Retazos de su paso por la revista , de su anclaje en el teatro, de sus dudas y su capacidad para ver el mundo.
Un texto calideoscópito, inteligente , capaz de cubrir con una pátina de humor en apariencia superficial lo que son algunos de los grandes dilemas del ser humano.
Porque, como ella dice , tiene la enfermedad ( la que todos tenemos ) de ser humano.
He disfrutado mucho con este ejercicio de riesgo, de trapecista sin red. Con la sensación constante de la verdad incluso en el fingimiento, de la vida.
A pesar de su desnudez , nuestros ojos no se recrean en el cuerpo de Bellver; y no porque no tenga las proporciones de una modelo, sino porque hay otros polos que actuan de imán : su mirada , su simpatía y su maravillosa voz, capaz de transportarnos en un recorrido plural de múltiples caras.
Gerardo Vera recupera , una vez más , en el CDN una pieza alternativa . En breve dejará su puesto. Lo ha hecho muy bien . Espero que quien le sustituya esté a su altura.
Gracias. A los dos.
Público
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