CINE: UN CUENTO CHINO de Sebastian Borensztein



Argentina 2010.

Ricardo Darín. Muriel Santa Ana


A pesar de vivir en una época de cine transnacional ( referencia mi querida Cahiers ) , donde Agora o Blackthorn suenan en principio poco a cine español y Thor no parece la obra de un shakesperiano director británico, películas como Un Cuento Chino recuerdan que la identidad, emparentada con la propia cultura, puede ser un sello singular con mucho que aportar.

La base , el punto de partida, podría sonar perfectamente a una comedia norteamericana de consumo rápido: el protagonista es un maniático gruñón que puede recordar al Jack Nicholson de Mejor Imposible, y la anécdota le lleva a convivir con un chino con el cual no hay ninguna posibilidad de entendimiento; hay además un transfondo de desencuentro romántico y las lecciones que aparecen donde menos las esperamos; ¿ a que nos vale?.

Sin embargo, el cine argentino, ha acuñado, posiblemente desde El Padre de la Novia, un estilo de comedia que busca sobre todo la ternura y cambia la carcajada por la sonrisa. Un Cuento Chino es un ejemplo excelente de esta dinámica, especialmente en el ritmo: frente a las acumulaciones de gags, su director opta por ser moroso, incluso lento, y darnos tiempo para entrar en el entorno cotidiano , los detalles cobran importancia y así todo se corresponde con una forma de vida que entendemos . Un guión capaz de ser original, aporta el transfondo a esta gozada.

Pero hay algo más: si la comedia frenética exige actores que, sobre todo, sean capaces de sostener el ritmo, la comedia argéntina exige actores con mayúsculas. Ricardo Darín ya lo ha demostrado en ocasiones, incluso en el drama ( no olvidar Carancho ) , pero aun así, parece crecerse en cada nueva interpretación; suyo es Un Cuente Chino, suyo y de todos los que le acompañan, que juntos, nos hacen disfrutar de esta comedia que , podría ser de cualquier otro sitio pero, gracias a Dios, es argentina y muy argentina.


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