VAMPYR de Dreyer

Dreyer, nombre mítico en la historia del cine , director casi místico, narrador de milagros , de la esencia del amor, de la intolerancia de un pueblo. Pero sobre todo, pintor de imágenes , espejo de rostros, contador valiente e innovador.
Contemplar el blanco y negro de sus historias es una experiencia de inmersión en la belleza en movimiento, aunque este movimiento tenga siempre la serenidad , la necesidad y la capacidad de sorprender desde una libertad total y creadora.
Se anunció hace unos días, con caracter de acontecimiento, la recuperación de una de sus películas desconocidas hasta ahora y su edición en DVD. Lo más sorprendente es que es una cinta que se enmarca en un género que no parecía muy cercano a su autor : el terror.
Hoy he tenido la suerte de disfrutar de esta película de poco más de una hora de duración.
Y digo la suerte porque es abolutamente única.
El guion está perfectamente estructurado para crear la mínima utilización del sonido. En pantalla negra se nos traslada la situación inicial y , más adelante, las características del conflicto nos llegan desde las páginas de un libro. Esto genera el misterio de una experiencia en la que debemos extraer la máxima información de lo que vemos.
Estéticamente , la expresividad de sus personajes y la ausencia casi total de palabras , la acerca a la distancia del cine mudo.
La historia mezcla sueños y realidades sin que tengamos del todo claro cuando estamos donde, y esto genera un ligero surrealismo lleno de pequeños hallazgos que encajan en la narración con una naturalidad absluta.
La realización es más libre y , me atrevo a decir, más experimental que nunca, con perspectivas tan arriesgadas e impactantes como la visión subjetiva desde el ataud o la utilización de las sombras que en ocasiones consigue suplantar a los propios personajes.
En general Vampyr es una película que desde su inicio crea una atmósfera malsana, viciada y llena de referencias ,que componen un fondo de leyenda negra y que producen constantemente la sensación de angustia y misterio que el relato precisa.
Se ve que los grandes directores lo son siempre. Incluso fuera de su esquema habitual.
Con experiencias como esta , benditos sean.

Público

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