CIEN CLAVOS

No sé si he escrito alguna vez sobre mi reconocimiento de que toda opinión aquí vertida es absolutamente subjetiva, no sólo porque al pertenecer a alguien es imposible que sea de otra manera sino también por la influencia que tiene nuestro estado de ánimo, nuestro cansancio o nuestra vitalidad, la remembranza de buenos o malos momentos..... y así hay películas, libros , cuadros, que no sólo nos gustan o no sino que se cuelan en nuestro interior como algo propio y somos incapaces de encontrarla menos que maravillosa.
Me ha ocurrido con Cien Clavos.
Una cinta que comienza con un impacto visual, casi una instalación artística, que valdría por si misma cualquier película.
Luego comienza una parábola cristiana , sencilla en apariencia y desarrollo, fácil por tanto a la vista, pero abierta a dudas tan complejas como la presencia de Dios en la Tierra o la verdadera bondad del ser humano, dudas que extiende encima de la mesa de una forma totalmente diáfana.
Pero lo que más me gusta de Cien Clavos es su tono, suave, ingenuo, alegre y que en ningún momento se pierde, dejando a la parte detectivesca un montaje ágil, sin fisuras .
La belleza es continua y completa, desde la ya citada fenomenal apertura hasta el nucleo pastoral en que el cielo y el rio adquieren tonos de paraiso, acompañada siempre por una música narrativa, delicada, poética.
Cien Clavos ya está dentro. Junto con otas como Lamerica o Azuloscurocasinegro forman parte de mi memoria interior, siempre en el recuerdo, siempre en el presente, siempre mías.

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